¡Hola
bloggerxs! Hoy regreso con una entrada de la mano de Claudia Méndez, de
Sexualidad-X, que ha tenido el detalle de escribir para Tu Sexualidad con
Sentido este artículo tan interesante. Se trata de un tema tan controvertido como
es el de las sustitutas sexuales.
El
sexo, como tantas otras dimensiones de la naturaleza humana, no está exento de
complicaciones. Sin embargo, nuestra cultura se ha esforzado en ocultarlas
eficazmente y reducirlas a la esfera de
lo estrictamente privado. Dudas, preguntas, inseguridades, traumas más o menos
pasajeros, conflictos sexuales y
problemas fisiológicos se han visto así enquistados en miles de personas,
redundando en una experiencia del contacto íntimo poco o nada satisfactorio.
¿Cómo superar los tabúes culturales y reclamar una sexualidad más sana, más
consciente y, por lo tanto, más placentera? Hasta ahora contábamos con el
recurso a los psicólogos y terapeutas sexuales, a l@s especialistas en urología
y ginecología o a los doctores de medicina general. A base de tratamientos farmacológicos
y orientación teórica, intentaban rehabilitar la percepción del sexo por parte
de l@s pacientes. Pero esta inestimable ayuda tiene sus límites, precisamente,
en su carácter abstracto. Cuando los medicamentos despiertan recelo y el
asesoramiento psicológico se convierte en un marco etéreo, la terapia se
complica. Para compensar este vacío en el tratamiento
de la sexualidad y sus disfunciones, llega ahora una nueva hornada de
profesionales: las sustitutas sexuales.
Si esta etiqueta no te dice gran cosa, sigue leyendo este artículo. Descubrirás
una controvertida fórmula terapéutica que a nadie deja indiferente.
Y, por definición, una sustituta
sexual es…
“una
consejera de sexualidad humana”, tal y como se autodenominan en Estados Unidos.
Se trata, ni más ni menos, que de una persona que durante un período de tiempo
más o menos prolongado con un paciente que sufre alguna disfunción de tipo
sexual. En general, suelen ser contratadas por hombres con impotencia, personas
frígidas o con la libido baja, pero también por discapacitados con dificultades
a la hora de explorar y explotar su
sexualidad. Cómo masturbarse, cómo disfrutar del coito o cómo abrirse a
nuevas experiencias en el sexo son algunas de las lecciones que pueden impartir
la sustitutas a sus pacientes (que no clientes). Pero en lugar de hacerlo desde
el otro lado de una mesa de consulta, lo hacen desnudas y guiando la práctica.
Y es que las consejeras de sexualidad humana son la versión tangible de las
teorías psicoterapéuticas.
¿Prostituta yo?
La
acción sexual que implica la labor de sustituta hace que muchos profesionales
de la psicología y la psiquiatría la releguen en cierto sentido al estatus de
prostitución encubierta. Al fin y al cabo, la tarea de la consejera de
sexualidad no es demasiado diferente a la de una call girl. En ambos casos se trataría de concertar una cita entre
una persona anónima (normalmente un hombre) y una profesional que ofrece un
servicio a domicilio para practicar sexo. ¿Dónde está la diferencia entonces?
En el objetivo. Mientras una prostituta no pretende nada más que la
satisfacción momentánea del cliente, la sustituta
sexual busca su rehabilitación. Es, ante todo, una educadora. De todas
formas, muchas reconocen que la experiencia tiene una doble dimensión para ellas.
Además de disfrutar su papel como terapeutas, disfrutan una buena dosis de
gratificación sexual.
Teniendo
en cuenta que en nuestra sociedad la prostitución sigue siendo un tema
espinoso, no ha de extrañarnos que la profesión de sustituta sexual despierte
cuanto menos recelo. Mientras muchos fruncen el ceño ante este tipo de
experiencias, son ya cientos los pacientes que consiguen hacer aflorar su
sexualidad dormida. ¿Negocio o salud? El debate está servido…
Por último,
reiterar el agradecimiento a Claudia de Sexualidad-X por este artículo. Y a vosotrxs,
lxs bloggerxs, ya sabéis, para cualquier duda estoy a vuestra disposición.
Paula
Sánchez, Sexóloga
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